En un pantano vivía la rana Luana, le gustaba nadar y bucear todos los días acompañada de su mamá. Se escondían en el fondo cuando llegaban los otros animales a beber el agua en la fuente. Allí en el pantano cazaba la cocodrilo Ela.
La patita Kena nadaba muy orgullosa entre los juncos y las flores de nenúfares sin darse cuenta que la cocodrilo muy hambrienta, la acechaba desde la orilla escondida en el fango.
Entonces la rana Luana, que se dio cuenta del peligro, buzando por el fondo se acerco a la patita para advertirla del peligro.
- Gracias querida rana - la agradeció muy asustada al observar solamente los ojos de la cocodrilo que se acercaban sigilosos, apenas tuvo tiempo de alzar el vuelo, por que una tenaza de colmillos se cerraron, atrapando el aire que dejo el oportuno batir de alas del ave.
- Promete que volverás para nadar juntas - la invitó la rana, mientras la patita se alejaba con rumbo desconocido.
- Claro que volveré - respondió kena.
Volvió para devolver el favor, porque cuando la rana cantaba muy contenta entre el junco, no se dio cuenta que la garza Peki la estaba acechando. La patita voló en picada contra la garza haciéndola desviar el pico que ya se cerraba entorno al frágil cuerpo de la rana.
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